refiere al dominio universal del pecado abierto y atrevido, y de la rebelión contra Dios, introducida cuando la separación entre los setitas y los cainitas cesó. Exceptuando a Noé no había nadie en esa generación «que invocase el nombre de Jehová». «Había gigantes en la tierra en aquellos días (en hebreo: Nephilim)… Éstos fueron los valientes (o héroes) que desde la antigüedad fueron varones de renombre.» Exactamente esos Nephilim eran «hombres de violencia», o tiranos, como lo traduce Lutero, porque
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